#ElPerúQueQueremos

Ser policía

Desde la vocación y la esperanza

Publicado: 2017-12-30

Eran alrededor de las once de la noche del viernes 29, y me disponía a llenar este mismo espacio en blanco con oraciones que no guardan sentido con lo que viene a continuación; básicamente, hacía lo habitual, comenzar a redactar mi columna de fin de año con una unión prufunda de todo evento significativo que haya marcado este año frente al anterior. Funcionó quizás durante los primeros dos párrafos, hasta el momento de guardar el primer borrador; sin embargo, al día siguiente (alrededor del mediodía) decidí suprimir todo rastro de mi primer borrador (claro que lo dejé para otra oportunidad), pues sabía que no era lo más importante para hablar hoy, sino que primero debía liberar un impulso de contar qué hay detrás de un emblema policial. Y con la debida dedicatoria a mi madre, a quién agradezco haberme hecho partícipe de un momento tan significativo para ella, me dispuse a escribir lo siguiente esa misma tarde. 

Son tiempos complicados (sobre todo para un país que celebra alegorías y llora desaciertos cada cierto tiempo) en que mucho se desarrolla simultánemente y -a pesar de esta polarización que invade a la ciudadanía- es un hecho que las desiciones que tomamos en ejercicio público (o toman por nosotros) nos afectan directa o indirectamente. Eso es innegable, y pese a ello, seguimos despertando dispuestos, siempre dispuestos a convencer, a marchar, a expresar, o, como díria Amartya Sen, a independizar nuestros pensamientos y convicciones a través de nuestra identidad. A hacer nación.

Yo vengo de una familia en que gran parte de ella sirve, o ha servido, al cuerpo policial de mi país, y, como es evidente, muchas veces esto generó tensiones álgidas, que obviamente charlas largas siempre se encargan de resolver. Pero siempre supe que, detrás de ese carácter firme y principios inquebrantables bajo juramento, existía un fuerte sesgo de pasión, de dolor y de duda. Quizá se puede afirmar que esta perspectiva mía hacía posible que toda conversación encuentre un sentido más profundo y me permitía indagar en sus más minúsculos propósitos envueltos en mayúsculos argumentos. Así, una mañana, fui testigo de un momento tan cargado de emociones que me hizo comprender, por primera vez, la diferencia entre lo que significa ser policía y lo que representa serlo.

Para comenzar, definir la significancia de un policía implica hablar de personas comprometidas con su país, salvaguardadas por dios, defendiendo su patria siempre en función de la ley; todo esto aparece desde los mayores vestigios de mi pensamiento objetivo, obviamente. Mas si tuviera que agregar algo, quizás señalaría su abnegación materializada en sus deseos de estar siempre cuando se le necesita, siendo conducidos por una enorme fe en un país mejor, prestos de su más grande rasgo: su vocación.

Pero para considerar qué es aquello que representa la vida de un policía sí es necesario hurgar en lo más profundo de mis relaciones familiares, de las experiencias y de todo aquello que puedo rescatar de mis recuerdos. Así, un policía, desde mi punto de vista, surge como la conjunción de valentía, coraje y dedicación, que ciertamente, y muchas veces, es abatido por la indiferencia de un país que juró servir o bien es tomado en cuenta mediante reconocimientos y el goce de tener una vida digna junto a los suyos.

Podría afirmar que el Estado se llevó a mi padre hace siete años, pero sería cegarme en el resentimiento, ignorar por completo la voluntad que él tenía por proteger su país, y supone la búsqueda más inmediata de respondabilidades, pero sobre todo sería darle la espalda al esfuerzo que, desde ese día, mi madre supo ejercer para llegar al punto en el que hoy día está, y del que -al igual que yo- se siente muy orgullosa. Así que, desde mi visión más empática, estas dos perspectivas de la labor del policía, más allá de los rangos y las formalidades, bien podría resumirla en aspiración y esperanza.


Escrito por

Piero Miranda

Estudiante eterno. Comedido. Consuetudinario. @comedidoser


Publicado en

Lealtad al tiempo

Un espacio de sutileza parcialmente acometedor.